Papel mojado
Aquel naufragio no fue distinto a los demás en lo que a evacuación se refiere. Primero las bellas metáforas, después los paisajes y por último los verbos. No había suficientes botes para todos y las gélidas aguas de tinta negra no vaticinaban precisamente un final feliz. Se me ocurrió que todos los libros debieran transitar por un apuro similar para descubrir así cuáles serían los supervivientes. Con todo y a pesar de estar lejos de tiburones, sirenas, tesoros o estrellas de cine, mi corazón me decía que estaba asistiendo al espectáculo definitivo sólo apto para unos pocos, un libro flotando en la bañera.
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