Verano,otoño,verano
Al hombre que no es nadie le gusta ver cómo se rebobinan las olas mientras la espuma lame sus piernas. Y soñar con mojitos imposibles y atardeceres rosas y sirenas en la pista de baile con olor a champú. Si observáramos detenidamente su aspecto físico, nadie podría sospechar por qué sonríe. Al menos, a simple vista, no parece tener muchas razones. Pero él sonríe, a pesar de que unos mocosos le están torturando el astrágalo con unas herramientas de plástico, inicialmente diseñadas para construir castillos de arena, incluso sigue sonriendo a pesar del bosque de sombrillas encadenadas a la arena que lleva por guardaespaldas. Sonríe porque ha hecho el trueque perfecto, el negocio de su vida. Ha cambiado el abrigo gris por la nevera azul. Y, lo que es más importante, la suegra por un puñado de cacahuetes.
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