El arquitecto de la mentira

He aquí uno de los anuncios más memorables de publicidad comparativa. Por varias razones.
Apela a la ternura y sabiduría de los niños, apela a la creatividad e ingenio que hace falta para sobrevivir en este mundo o para conseguir lo que deseas, consigues un giro sorpresivo en la narración de la historia consiguiendo un gran impacto, consigues literalmente que el producto se posicione por encima de cualquier otro y lo que es más importante, consigues aplastar a tu máximo competidor de una forma fulminante través de una fórmula aparentemente inofensiva pero eficaz como pocas. Disfrutad. Ya se sabe, seduce o muere. Si por mí fuese la Coca-cola debería ser un bien común, un recurso inagotable que saliese fría y en cantidades industriales por los grifos de todo el mundo. Menos mal que me aficioné lo suficientemente a ella antes de ver este spot porque si no la historia de mi vida en los bares hubiera sido otra. Véase:
-¿qué quiere de beber?
-yo...una coca-cola.
-de acuerdo pero tendrá que ser Pepsi.
-no, no, pues póngame un vaso de agua.



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